Tras la potente explosión del choque de mágicas fuerzas y el estruendoso derrumbe de la colina rocosa, Alfa Rezef finalmente tomó distancia de su pequeña cachorra, Connie, quien se aferraba a él con preocupación en sus ojos.
—¡Papá, tu herida está sangrando! —exclamó la pequeña, observando con temor el brazo izquierdo de su padre, el Rey Alfa.
—No es nada, hija~ —le sonrió Rezef, intentando tranquilizarla.
En ese instante, un fenómeno asombroso captó la atención de ambos.
¡Caía… HIELO!
Diminutos copos de hielo comenzaron a descender del cielo, cayendo sobre Rezef, quien alzó la vista, atónito ante el efecto de esa magia. Sin embargo, había algo que sabía con certeza: la magia de su hembra no se basaba en el hielo.
Maray utilizaba sangre en sus hechizos de alto rango y dominaba un fuego especial. Esa lógica le llevó a descartar que los copos de nieve provinieran de la magia de su mate… Entonces…
¡Era obra del infiltrado!
Alfa Rezef se puso de pie de inmediato, arrancando con f