84. Expectativas matutinas
AL DIA SIGUIENTE
La mañana llegó y los tenues rayos de sol que entraban a través de las cortinas desgastadas, lograron despertar a Josephine. La rubia se sobresaltó al darse cuenta de que se había quedado dormida en la silla, con la camisa de Zacary aún en su regazo. Al comprender eso, su cuello protestó con un dolor sordo cuando intentó enderezarse.
—¡Por los dioses druidas! —murmuró, masajeándose los músculos tensos—. Me estoy haciendo muy vieja para dormir así. Ahora me duele todo —dijo, estirándose mientras movía su cuello tenso.
Fue entonces que, el sonido de pasos apresurados en el pasillo anunció que los mellizos ya estaban despiertos y, juzgando por la intensidad de sus pisadas, amanecieron llenos de energía, no como ella que estaba toda atrofiada por dormir mal. Josephine apenas tuvo tiempo de doblar la camisa de Zacary y acomodarse el cabello antes de que los pequeños irrumpieran en la habitación.
—¡Buenos días, mami! —exclamó Lyra, corriendo hacia la ventana de la alcoba cas