¿Será que los mellizos se darán cuenta que ahí se está escondiendo Gael? ¡Eso lo sabremos justamente en el proximo capituloo! no se lo pierdaaan!
Zacary, intentando aparentar una valentía que no sentía del todo, llevó su dedo índice a los labios, indicándole a su hermana que guardara absoluto silencio. Con cautela, comenzó a acercarse hacia el origen de esa presencia que percibía.Gael, desde su escondite, frunció el ceño mientras olfateaba el aire viciado del depósito. No podía captar el aroma lupino de los mellizos debido al inhibidor de olor que Josephine les había aplicado cuando estuvieron en el pozo. Para él, olían como simples niños humanos, lo que le permitió mantener la calma mientras permanecían inmóviles en las sombras.Zacary le entregó la antorcha a Lyra, cuyos dedos temblorosos apenas lograban sostenerla, y avanzó lentamente hacia donde percibía aquella presencia extraña.—¿Quién está ahí? —preguntó Zacary con un tono de voz que intentaba sonar firme, mientras Lyra se llevaba la mano libre a la boca, pensando que su hermano había perdido completamente el juicio—. ¡¿Quién está ahí?! ¿Es un ladrón? No tenemos comida
MIENTRAS TANTO EN EL INVERNADERO DE LA TORRE NORTE…Malcolm sentía que ya había hablado suficiente con esa druida que, para su pesar, encontraba... simpática, por no decir algo más profundo. En lo más íntimo de su ser, una pregunta lo atormentaba: ¿cómo sería su aroma natural? ¿A qué olería ella? No entendía por qué, pero sentía una inexplicable necesidad de saberlo. En momentos como ese, extrañaba terriblemente su olfato, un vacío que ni su posición como Alfa podía llenar.El viento mecía suavemente las plantas del invernadero mientras el sol de esas horas de la tarde iluminaba a Josephine con su luz dorada, acentuando, posiblemente sin querer, cada uno de sus rasgos. Malcolm apartó la mirada, incómodo por sus propios pensamientos.«Estoy casado», volvió a pensar, entrecerrando sus ojos.—Me iré ya —dijo finalmente Malcolm, manteniendo su expresión seria—. ¿Te quedarás aquí o...?Malcolm dejó adrede esa pregunta en el aire, esperando que la mujer le respondiera. Él era plenamente cons
Josephine estaba de espaldas a él, y Malcolm pudo percibir cómo los hombros de ella se tensaron y luego se encogieron levemente, como si sus palabras sobre quedarse le hubieran caído como un peso inesperado. El leve temblor en su postura delataba una emoción que intentaba ocultar.—Sí... los monasterios druidas están abiertos para todos, milord —respondió Josephine con voz controlada, cerrando sus ojos con fuerza mientras aprovechaba que él no podía ver su rostro.Malcolm soltó un bufido apenas audible respondiéndole:—No te estaba haciendo una pregunta, mi comentario fue retórico —replicó con tono cortante—. Todos saben que los monasterios están abiertos al público, y mucho más a Alfas de Altocúmulo de las Tierras Elevadas.Sus dedos se tensaron alrededor de la cuerda mientras continuaba el descenso, ocasionando que el cuero de sus guantes crujiera levemente.—Pienso que es mejor estar aquí —continuó Malcolm, justificándose— así podré vigilarlos a todos de cerca. Si veo cualquier acti
Josephine observó con genuina inquietud cómo sus hijos habían enmudecido, adoptando aquella expresión que conocía tan bien. Era evidente que sus pequeños tenían algo importante que decirle, algo que quizás no debía ser escuchado por oídos ajenos y que ella, sobre todo, no deseaba que Malcolm oyera. Lo único que anhelaba ahora era mantener a su "Lobo Rizado" lejos de sus pequeños; no confiaba en lo que podría hacerles si descubría algo, ahora que le habían borrado la memoria o arrebatado su alma, algo que la rubia aún no comprendía con certeza.«Investigaré lo que pudieron haberle hecho a Malcolm en los libros de los archidruidas del monasterio», pensó Josephine, determinada a descubrir qué le habían hecho a ese hombre lobo que, a pesar de todo, amaba con la misma intensidad que sentía desde el momento en que lo conoció.Dejando a un lado sus pensamientos sobre Malcolm, Josephine volvió su atención a los niños. Notó cómo Zacary forzaba su postura, intentando proyectar valentía frente al
—Todos los niños criados entre druidas desarrollan un carácter especial, milord. Tratamos con el público constantemente, así que nos enseñan a mostrar tanto valentía si es necesaria, como amabilidad en partes iguales —respondió Josephine, esforzándose por mantener la calma—. Ahora, si milord Alfa desea conocer a la Druida Superiora, deberíamos dirigirnos a su salón de juntas... —añadió, intentando controlar los latidos de su corazón para que Malcolm no percibiera su temor.El Alfa asintió secamente. Josephine había logrado su cometido, pues Malcolm no podía percibir su miedo a través de los latidos de su corazón, aunque si hubiera tenido su olfato, habría notado que ella "apestaba" a terror. Sin más, permitió que ella tomara la delantera como antes, rehusando caminar a su lado. Durante el trayecto, Josephine sentía la mirada de su “Lobo Rizado” clavada en su espalda, como si intentara descifrar un enigma que ni siquiera sabía que existía…El camino hasta el salón de juntas de la Druida
Josephine alzó la cabeza bruscamente, incapaz de ocultar su sorpresa y consternación. La idea de estar cerca de Malcolm, de tener que servirle y atenderle como si fuera un extraño, resultaba una tortura que no estaba segura de poder soportar. Ya tenía suficiente con verlo dentro del monasterio, ahora ¿debía atenderlo?«¡No lo puedo permitir!», pensó ella que, con una voz más controlada, dijo: —Druida Superiora —comenzó a protestar, pero la mirada afilada de Felicia la silenció al instante.—¿Hay algún problema, druida Fletcher? —preguntó Felicia con voz gélida.Josephine tragó saliva.—No, Druida Superiora —respondió Josephine, inclinando la cabeza en señal de sumisión, sabía que no podía molestar a Felicia, o quizás sus niños pagarían el precio—. Será un honor… servir a Lord McTavish durante su estancia —dijo, con la cabeza baja, mientras apretaba sus manos con fuerza, aprovechando que tu túnica las ocultaba.Malcolm, ajeno al torbellino de emociones que sacudía a Josephine, asintió c
El trayecto hacia la alcoba Roble Plateado se extendía a través de pasillos iluminados por la luz que entraba por los ventanales. Josephine caminaba con la cabeza gacha, intentando controlar su respiración y el martilleo de su corazón. Detrás de ella, Malcolm avanzaba con paso firme, observando con interés la arquitectura del monasterio, todo con tal de no posar su mirada hacia la figura cubierta por una túnica verde que iba delante de él, cubriendo su cabeza con la capucha.—Este lugar es más grande de lo que parece desde fuera —comentó el Alfa, rompiendo el incómodo silencio que habían mantenido durante todo el camino, sin mencionar aún el hecho de que, desde su punto de vista, ella era una mentirosa descarada—. Imagino que hay pasajes secretos y áreas ocultas, como en todos los monasterios de su círculo... pasadizos que solo un druida conocería y que podrían utilizar para escabullirse, o permitir que intrusos escapen sin ser detectados…Josephine se tensó visiblemente. Si Malcolm bu
Malcolm frunció el ceño, en un gesto que Josephine observó claramente, pues durante todo ese tiempo ambos se miraban a los ojos. Él comenzó a sentir un dolor de cabeza, que atribuyó a su "falta de sueño", y sintió que estaba indagando demasiado en algo que no debería importarle. Sintiendo que su migraña aumentaba, Malcolm se llevó la mano a la cabeza con un pequeño gesto que dejó a Josephine curiosa.—¿Le ocurre algo, milord Alfa? —preguntó ella, observándolo con atención.—No es nada, solo un dolor de cabeza por falta de descanso.Josephine entrecerró los ojos y "algo" le dijo que ese dolor no era necesariamente por cansancio.«Con todo lo que le dije, si él saca sus cuentas… sumando el parecido de Zacary con él, quizás lo descubra todo pronto... Si algo peligroso llega a suceder, huiré con mis niños a otro distrito...», pensó Josephine, dispuesta a todo.Cuando la leve jaqueca se calmó, Malcolm observó a Josephine con una expresión inescrutable. Por un instante, algo pareció agitarse