Me cuesta creer que yo halla heredado todos los bienes y el tĂtulo de la marquesa, ahora mismo que serĂa duquesa consorte o marquesa? Bueno eso es algo que despuĂ©s le preguntarĂ© a Flavio.Acabamos de llegar al palacio el guardia no parecĂa muy dispuesto a dejarnos pasar, pero una vez que Flavio le ha dicho quien era le abierto el paso, este es lugar es bonito pero demasiado grande, la Ăşltima vez que estuve no lo pude admirar bien. HabĂa demasiada gente.Cruzamos dos galerĂas y otros tres pasillos y nos detenemos frente a una puerta. Flavio da su nombre y el guardia pasa dentro, estoy un poquito nerviosa es la primera vez que voy a estar delante de un rey. Flavio nota mi nerviosismo coge mi mano y deja un beso en el dorso, esa muestra de afecto me tranquiliza un poco.- Pueden pasar su majestad les está esperando- dice el guardia volviendo a su sitio.Camino detrás de Flavio, un hombre de unos treinta y cinco años y rostro cansado, descansa detrás de una gran mesa. Mueve las manos indi
1/2MarĂa de Braganza Infanta de Portugal.Hago un repaso de mi vida mientras me dirijo hacia mi destino, nunca he sido dueña de mis decisiones y menos de mis deseos. En el mundo en el que he nacido la mujer no está hecha para pensar, solo vale para calentar la cama y dar a luz hijos, si pueden ser varones de lo contrario te puedes ver repudiada...Soy la quinta de ocho hermanos, hija del rey Juan IV de Portugal y Luisa de Guzmán.Nunca he sentido el amor de mis padres, quizás por nuestra clase social o quizás por ser tantos hijos, de todos modos mi hermana Catalina y yo pronto fuimos recluidas en un convento para recibir una educaciĂłn catĂłlica y recta. Nuestra madre se encargaba de supervisar nuestros avances pero la mayorĂa de mi infancia la recuerdo llena de rezos y de castigos. Todo no fue tan malo, en las vacaciones podĂamos volver a casa y estábamos con nuestra Nana, ella era recta pero aveces nos daba muestras de cariño.Mi mayor apoyo fue mi hermana Catalina, a ella nuestro p
2/2Me siento especial, aĂşn no quiero abrir los ojos y despertar, no quiero que todo sea un sueño y me encuentre en el convento.Lo de anoche simplemente fue maravilloso, no voy a decir que no hubo dolor porque si que lo hubo, pero las caricias, las sensaciones y el placer aplacaron ese dolor. Lo Ăşnico vergonzoso fue cuando dos señoras mayores pasaron y se llevaron las sábanas y con ellas el sĂmbolo de mi pureza. Dos chicas del servicio abren la puerta, abren las cortinas inundando toda la habitaciĂłn con la luz del dĂa, si querĂa estar en la cama un rato más esto se ha acabado.Me preparan un baño y me visten. Para despuĂ©s peinar mi largo cabello en un moño bajo, preferirĂa llevarlo suelo pero recuerdo que ahora soy una mujer casada y solo debo soltarlo en la intimidad de mi dormitorio. Recuerdo que Alessandra lo lleva suelto la mayorĂa del tiempo y es una mujer casada, admiro a mi amiga las reglas no van con ella, no le importa romperlas, en cambio yo siempre he obedecido todo lo q
Seis meses despuĂ©s— Señora bájese de ahĂ, se puede caer y en su estado— dice Wilson asustandome.La banqueta sobre la que estoy subida se tambalea, es inevitable voy a caer, espero caer de espaldas al menos, cierro los ojos esperando el dolor pero este no llega, en cambio si llega un aroma a mi nariz.— Alessandra me vas a matar un dĂa de estos, sabes que el bebĂ© puede nacer en cualquier momento y tĂş te la pasas haciendo la cabra— dice Flavio frunciendo el ceño.— Bajame Flavio, estoy bien sino hubiera sido por Wilson no me habria caĂdo, creo que ese hombre tiene algo en mi contra— digo y le saco la lengua.Wilson frunce el ceño y se marcha, es tan divertido hacerle enfadar, una sonrisa se dibuja en mi rostro.— Solo se preocupa por ti, como todos nosotros. Si prometes estar tranquila en casa te darĂ© una sorpresa...— Eso hace que quiera saber más, ya estoy nerviosa cĂłmo pretende que me quedĂ© quieta despuĂ©s de saber que tengo una sorpresa.— Vale, pero te quedas conmigo— sonriĂł y aga
Quince dĂas han pasado desde la llegada de mi ser de luz, ese que ha llegado a mi vida para llenar todo de luz y de alegrĂa.No voy a negar que estoy cansada, no dormir ni dos horas seguidas es lo que tiene, pero ver su carita y mirar esos ojos que me miran con ternura y amor. Me llenan de energĂa, acabo de alimentarla, la he dejado dormida en su cuna. Salgo de la habitaciĂłn y Marie se queda con ella, no creo que sea necesario ella va a estar bien, pero son Ăłrdenes de Flavio. Desde que naciĂł Valentina está más protector si cabe.Bajo las escaleras me dirijo al despacho, gracias a mi herencia mi esposo tiene más trabajo y más cosas que administrar, he prometido que en cuanto Valentina tenga un par de meses aprendere todo lo que pueda y asĂ le restare trabajo a Flavio.Paso al despacho sin llamar, está leyendo una carta y frunciendo el ceño.— QuĂ© pasa esposo mĂo,que es lo que te tiene de ese humor- — Alessandra no estoy de humor para tus bromas— dice en un tono agrio.— Vaya, me march
— QuĂ© es lo que ocurre, a quĂ© viene ese escándalo?— Me acerco más al punto dĂłnde se forma el revuelo, veo a dos sirvientas llorando, Wilson parece estar regañandolas.— Wilson me vas a explicar que es lo que pasa?— digo alzando el tono de mi voz.— Señora, ellas se han robado un par de gallinas— dice mientras las señala con su dedo acusador.Me acerco a ellas y les pregunto directamente. Ellas no dejan de llorar niegan tener algo que ver y por raro que pueda parecer yo las creo, para que iban a robar nada si perciben un sueldo y mientras están trabajando reciben sus comidas.— Pueden seguir con sus tareas chicas, ya está todo aclarado— — Señora usted no puede dejar esto asĂ, ellas son culpables...— — No sigas Wilson, no te lo voy a permitir, además con las pruebas que hay en su contra hasta tu puedes ser culpable.— Se va refunfuñando, se ha dĂłnde va, dentro de un rato vendrá uno que yo me se dandome las quejas.Estoy sentada leyendo un poco, cuando la puerta se abre levanto la cab
— AtrĂ©vete a repetir lo Ăşltimo que has dicho— dice Flavio alterado.— No me apetece, además ahora que no tengo puerta podrĂ© ver mejor el pasillo— digo bromeando, aunque no creo que Ă©l lo tome como una broma, está tan cerca de mi que noto su respiraciĂłn en mi cara.— PorquĂ© crees que el es viril, acaso se atrevido a tocarte? porquĂ© si es asĂ su cabeza no tardará en rodar por el jardĂn!— — Si un beso en la mano es tocarte... Además cuando lo conocĂ en el arroyo ni siquiera sabĂa que era tu esposa, asĂ que no cuenta como tocar— — QuĂ© es eso de que has ido al arroyo y además de eso has estado a solas con Ă©l? Alessandra, no habrás sido curiosa...— — Lo que quieres decir es desleal, infiel, libertina... Sino confĂas en mĂ lo mejor es que abandones la habitaciĂłn de inmediato.— digo mostrando mi disgusto.— No es eso Alessandra, pero yo me siento inseguro...— — Tu lo que estás es celoso! Cuándo te he dado motivos para sentir celos? Me has visto coquetear con otros hombres? Se que aveces s
Seis meses despuĂ©sTodo el reino está de celebraciĂłn la reina MarĂa ha dado a luz a un varĂłn, todo el mundo está de celebraciĂłn, el rey ha bajado los impuestos y ha liberado a presos, todos son felices excepto yo, se que esto es efĂmero, la guerra se avecina y pronto las risas serán sustituidas por las lágrimas.Nos dirigimos hacia el palacio he recibido una invitaciĂłn de MarĂa, tiene que decirme algo en persona y es algo que no puede esperar.Valentina ha crecido mucho en estos meses, ha heredado el color de mi pelo pero los ojos son como los de su padre. Es una niña de mejillas sonrosadas y mirada dulce.La capital está como siempre abarrotada, un sin fin de carruajes se mueven de un sitio a otro, los olores tampoco son los más agradables, hace un minuto una señora ha tirado por una de las ventanas un cubo de lo que parecĂan excrementos. Entiendo que en un edificio de varias plantas, no puedas bajar siempre a la parte baja. Pero tampoco veo correcto lanzar esas cosas sin ningĂşn mir