—¡Quítate del medio, m*****a sea! —gruñe furioso.
—¡No me muevo! —le grito, enfrentándolo con una determinación suicida—. ¡Ya basta, Artem! Déjalos ir. ¿No te dijeron que fui yo quien se les lanzó encima? Si alguien merece el tiro, soy yo, no ellos.
Sus ojos chispean con un odio visceral, su mand