—Tú también, Margaret. Fuera de aquí, esto no te concierne —le ordena a su prometida, sin siquiera mirarla, sus ojos clavados en mí. Cuando ella intenta protestar, él la interrumpe con un rugido—. ¡Ahora!.
Asustada por la furia en su voz, Margaret no tiene más opción que obedecer. Antes de salir, m