—Eso es cruel.
—Entonces hazlo.
—No es que no quiera, pero son demasiados contactos.
—¿Qué? —se sulfuró aún más—. ¿Con cuántas mujeres te has acostado?.
Él vaciló, notando cómo sus ojos se estrechaban, cada vez más furiosos, como si estuviera a punto de lanzarse sobre él.
—No tantas... al meno