Llegó el domingo por la tarde, y poco a poco la vida volvió a la villa. En algún momento Mindy volvió, y Cindy pudo ver que no se había recuperado del todo bien.
—¿Se te ha ocurrido algo? —preguntó con disgusto, y Cindy negó con la cabeza.
—No, me temo que no. Lo único que podemos hacer es contar lo que ocurrió y esperar que Gloria entre en razón.
—Pero no podemos probar nada, y no puedo acusar a Cloe sin tener algo en la mano —señaló Mindy exasperada.
—Lo sé —Cindy suspiró—. Lo único que puedes contar es que todo el mundo sabe lo perra que es Cloe y todo el mundo ha oído las amenazas que nos ha hecho a ti y a mí. Gloria no es estúpida, será capaz de entender su parte.
Juntos bajaron las escaleras y esperaron fuera del salón a que Gloria los llamara. Cloe y Grace ya estaban allí también. Mientras Cloe se quedaba a un lado, lanzándoles miradas de odio, Grace se acercó a Mindy.
—Mindy, lo siento mucho. Te creo que no fuiste tú, pero el broche estaba en tu bolsillo. Si Cloe no hubi