«Las fotos», pasó por la mente de Cindy. ¿Cómo sabe lo de las fotos?
Pensó febrilmente en la mejor manera de evitar este tema ahora. De ninguna manera iba a hablar con su madre de esas fotos, y menos delante de la señora Atkins. —Creo que deberías ir a ver la comida —sugirió apresuradamente—. Huele un poco a quemado. —Oh sí, la comida —asintió Alice para su alivio—. Sabes qué, ve a comprobarlo ahora mismo, Atkins y yo pondremos la mesa mientras tanto. Cindy se levantó de un salto, contenta de evitar más preguntas incómodas por el momento. Corrió rápidamente a la cocina y abrió la puerta. En ese mismo momento se detuvo horrorizada, sin poder creer lo que veían sus ojos. Miguel Ángel estaba junto a los fogones, con uno de los delantales de su madre y manejando afanosamente las ollas. —¿Tú? —jadeó incrédula—. ¿Qué haces aquí? —Hola, cariño, hay carne asada, patatas y ensalada, espero que te guste —dijo alegremente, como si no hubiera oído su