Paula se puso sus gafas de sol e imitó a Lucía, dando un sorbo a su jugo de coco con una sonrisa de satisfacción.
Lucía, con las piernas cruzadas, se dio la vuelta perezosamente:
— ¿No estabas en una cita?
Paula hizo una mueca de disgusto:
— Ese rubio musculoso... pensé que sería la gran cosa, pero resultó ser puro show. Mi noviecito es mucho mejor.
Lucía se rio:
— ¿El que conocí la última vez... Kevin?
— Ese ya es historia. El nuevo es más alegre, adorable, con buena onda y lo mejor: ¡cocina como los dioses!
— Y tú... — Paula miró a Lucía por encima de sus gafas, bromeando — ¿No piensas buscarte a alguien?
¿Para qué quedarse con uno solo? ¡Lo divertido es salir con diferentes personas! Lucía miró hacia el mar:
— Ni lo pienso. No tengo tiempo, ni ganas, ni me hace falta.
— Tienes razón — asintió Paula — Los hombres solo distraen a las cerebritos y bajan sus notas.
Estirándose, su mirada se perdió en la distancia:
— Oye... acabo de ver a un guapetón de ojos azules. Voy a charlar un rato