Al oír esto, Elena no pudo evitar criticar: —El estado de este edificio es terrible, hay basura por todas partes, está sucio y apestoso, qué descuidado. ¿Es que nadie limpia? Y mira estas paredes negras, y las barandillas llenas de polvo, seguro que nunca las han limpiado...
Lucía miró la hora; si se demoraba más, llegaría tarde. Viendo que la mujer estaba bien, no tenía ganas de seguir escuchando sus críticas y simplemente se marchó.
Elena se quedó perpleja mirando cómo se alejaba la joven, y luego hizo una mueca de disgusto. La sensación de ser ignorada se intensificó.
Levantó la mirada y vio que aún quedaban varios pisos por subir, todos con los mismos escalones... Respiró hondo, apretó los dientes y se resignó a seguir subiendo con sus tacones altos.
—Teniendo un hermoso apartamento donde vivir, viene a alquilar este cuchitril viejo y pequeño... me va a dar algo... —se quejaba mientras subía.
Finalmente llegó al séptimo piso y abrió la puerta con la llave de repuesto. Daniel no est