Adictos
Adictos
Por: Caroline Rebolledo Ospino
Preámbulo

Preámbulo

Escuchaba el sonido de los coches que transitaban junto al nuestro, pero estos leves sonidos que se veían opacados por mis turbios pensamientos, no lograban hacerme sentir mejor o incluso peor de lo que ya me sentía.

El viejo (papá) me miró desde el espejo retrovisor y mamá que estaba sentada junto a él, extendió su mano hacia mí y agarró mi rodilla. Forcé una sonrisa, quería que pensara que me sentía feliz, pero no podría decirle cosas como que dejé de tomar la medicina hace un par de semanas porque creo que estas me darán cáncer o por lo menos sida, tampoco que he escondido todos mis desayunos para dárselos a “sin pantalones”, el perro callejero que oculto en la despensa que está debajo de las escaleras. Le puse ese nombre porque lo encontré sin pantalones en el parque, no sé si los perros deban usar unos o no, intenté ponerle uno de mis calzoncillos, pero le quedaron muy mal y entonces, no he sabido que pantalones ponerle, así que se llamó sin pantalones hasta que encontrara unos de su talla, pero luego el viejo lo descubrió y lo mandó al refugio, lloré mucho cuando me lo quitó.

Bajé el vidrio de la puerta y asomé mi cabeza por completo, pero el camión de carga que pasó junto, activó su bocina haciéndome gritar y gritar a mi madre, quién me haló hacia atrás y me sermoneó hasta llegar a la escuela.

-Sé que tienes tus problemas y todo Samuel, pero eres como medio imbécil. –Sentenció el viejo y mamá le pegó en el brazo. Agradecía su honestidad, que no me tratara diferente solo por ser un poco más lento que los demás o bueno, en realidad soy mucho más lento. Tengo dificultad para aprender cosas básicas o cosas que la gente “intuye”. No sé que carajos es intuir. Papá me dijo que debía intuir que meter un cubierto en la tostadora me iba a hacer electrocutarme, pero que por tonto no lo hice. ¿Cómo quiere que “intuya” cuando no sé qué carajos es eso? O cuando mi abuelo Rogelio me dice que tenga sentido común me hace enojar mucho porque sé que él sabe que no sé qué es eso, así como la mayoría de las cosas. Por algo perdí décimo el año pasado, creo que gané solo religión porque mamá hacía los trabajos por mí y ella es un poco fanática religiosa. Perdí décimo dejando mi dignidad entera en esa escuela del diablo, que no solo me hizo reprobar un año, sino que me masacraron por muchos años no solo mis tutores, también mis compañeros, pero ya no más.

En noveno una vez, el inútil de Camilo robó mi almuerzo que había dejado en mi mochila y mezcló mis alimentos de una forma asquerosa e insoportable, convirtió las pastas en una especie de masa horrible que me hizo llorar y ellos rieron, pero a mí no me causó gracia. Odio que jueguen con mi comida, no lo soporto, me da ansiedad, no sé cómo explicar lo que me hace sentir o es peor cuando veo a Hugo, mi hermano mayor, entrenar sin parar en el patio para “sacar más abdominales”. ¿Cómo que piensa sacar más abdominales? ¿Dónde los escondió? Su torso es muy desagradable, tiene líneas duras que me desgradan. Papá lo felicita por esto y yo quisiera francamente patearlo, pero no lo hago porque él es bueno conmigo y… me protege. Incluso, aunque él no estudió en mi escuela, se coló muchas veces solo para defenderme de los mequetrefes que revolvían mis alimentos.

Él es una persona difícil de tratar, a veces me hace comentarios crueles o bueno, casi siempre los hace, pero me ha defendido en más de una ocasión y no deja que nadie se meta conmigo o se burle de mí. Es un poco confuso para mí que sea bueno conmigo porque con los demás no lo es. Tiene un pésimo carácter, es sarcástico cuando no lo debe ser y sé que pasa sobre los sentimientos de las personas, en especial, de la chica de turno que tenga. Es horrible en ese sentido, pero conmigo al menos se porta bien, a pesar de los comentarios llenos de un humor negro que no soporto, me defiende cuando lo necesito y sé que me quiere, creo que soy la única persona que el en verdad quiere porque ni a mis padres los respeta, siempre vive discutiendo con ellos porque lleva uno o dos fines de semana sin ir a la iglesia (nosotros somos una familia mormona, aunque yo solo voy porque mis padres lo dicen porque no entiendo ni la mitad de lo que dicen en clase y Hugo odia ir, solo va cuando se le apetece y ya le ha roto el corazón a la mitad de las chicas de la escuela dominical).

En fin, Hugo está en once, en esta misma escuela pública y por primera vez estudiaré en la misma escuela que él. El ya debería haberse graduado, tiene dieciocho, pero también perdió no solo un año, sino dos, fue sexto y séptimo, pero no fue bajo las mismas condiciones que yo. El tampoco es muy brillante, pero él no lo es porque simplemente no estudia, ni hace nada al respecto. Yo sí estudio, pero de inmediato me pongo mal del estómago, me dan ganas de defecar y en las pruebas sudo frío, mi mente se nubla y me dan ganas de llorar.

Quisiera ser más como Alex, uno de los tres amigos de mi hermano, que es brillante y escuché decir a mi madre que ya tiene una universidad propuesta en Cartagena para estudiar ingeniería. Quisiera ser más como él, realmente lo admiro.

No sé cuándo exactamente empecé a admirarlo, creo que habrá sido el año pasado en que estuvo en casa por el cumpleaños de Hugo, quién hizo una enorme fiesta que hizo enojar a mis padres, a mí también porque una de sus amigas me besó y me molestó muchísimo, ¡muchísimo! Porque fue mi primer beso y yo quería que Alex… fuera el primero. Durante mucho tiempo deseé que fuera el primero e incluso, tomé cartas en el asunto.

Casi todos los fines de semana Alex iba a mi casa junto a los otros dos amigos de Hugo quiénes son hermanos gemelos, pero no memoricé sus nombres, los veía sentarse todos en el patio y los observaba desde mi ventana. Dibujé a Alex durante todo un año, ocupé dos cuadernos y ya iba a empezar el tercero, pero esa noche lo vi subir las escaleras un poco ebrio. Llevaba su buso azul que trajo por primera vez en Halloween y los jeans rasgados que he dibujado tantas veces. Lo escuché tropezarse y por eso, dejé a un lado el castillo de legos que construía en lo que pensaba el dibujo y salí de inmediato. Estaba intentando levantarse fallidamente, entonces lo ayudé a levantarse como mamá levanta al abuelo en sus borracheras y el en un principio se resistió, no sé por qué. Me empujó fuertemente y caí a un costado. Entonces lo miré, Alex gateó hasta la habitación de Hugo y se escabulló ahí.

No sé por qué me empujó, no sabía si debía molestarme o sentirme alegre porque era la primera interacción que tenía con él, es que no sé nada, me desespero yo mismo a veces, pero en realidad me sentí mal, muy mal. Más tarde esa noche, cerca de las tres de la mañana (esa es mi hora, nunca me duermo antes porque creo que esa es la hora en que satanás regresará por mí) estaba sentado en mi ventana armando por milésima fallida vez mi cubo Rubik, cuando escuché ruidos de mujer. Eso quería decir que llegó la novia de Hugo, no sé cuál era la del momento y, por ende, sus tres amigos tuvieron que bajar a dormir en la sala.

Me asomé a escondidas y vi a los hermanos acomodarse en la sala, pero Alex no tenía donde dormir y parecía tener mucho sueño, pensé en decirle que podría dormir conmigo si quería, pero me daba miedo que quisiera empujarme de nuevo, no soy muy bueno defendiéndome y en especial… si se trata de él.

Lo observé unos segundos, pero cuando Alex miró hacia arriba, me asusté tanto al ser descubierto que caí de espaldas y me metí rápidamente en mi habitación. Cerré la puerta con seguro, apagué las luces y me oculté debajo de las cobijas, cerré los ojos también.

Conté los segundos, pasaron exactamente trece cuando escuché a Alex golpear. No, no, no. No estoy listo para hablarle, me encogí aún más. Temblaba del terror que me invadía.

-Hermano de Hugo. -Escuché su voz, me gustaba, siempre me había gustado. -Perdón por empujarte, te confundí con tu hermano por la oscuridad. -No hablé, tampoco abrí los ojos, pero lo imaginaba articular las palabras. Sonreí un poco y sentí mi rostro arder al visualizar el cabello negro brillante de Alex o sus mejillas que cuando viene de día se ven rosadas y pecosas, pero cuando es de noche, se vuelven pálidas y frías, así como sus ojos verdes que cambian dependiendo del día o del clima. Recuerdo que cuando se me salió decir en la mesa una noche en que estábamos cenando todos juntos, mis padres, mi hermano y mis abuelos, que me gustaban los ojos de Alex, todos rompieron en risas, haciéndome enojar. Papá cada vez que viene Alex me mira burlándose de mí o se ríe porque dice que su hijo se enamoró, pero que es tan mequetrefe que no lo voltearan a mirar. Espero no ser un mequetrefe, tendría que arrancarme la piel por eso y reemplazarla con piel de reptiliano. No sé por qué mi familia no se enoja al saber que estoy tan enamorado de Alex, esto dicen las maestras en la escuela dominical que está mal, que un chico se enamore de otro, pero mis padres nunca se han enojado al respecto y mis abuelos tampoco, me hacen bromas y siempre me preguntan si ya logré hablar con él o cosas así, es confuso, pero no me disgusta.

En fin, pensé que Alex se iría, pero luego me pidió algo que me hizo levantar de un salto.

-Oye, es muy tarde y no puedo conducir. Sé que tienes un sofá en tu habitación, alguna vez lo vi. ¿Te molesta si duermo ahí? -Abrí lo más rápido que pude y cuando mis ojos se cruzaron con los suyos, tuve que desviar la mirada de inmediato o podría caerme por tercera vez. -¿Puedo?

Asentí, evité sonreír a toda costa.

El entró, observó curioso la habitación, pero no tardó mucho antes de desplomarse en el sofá azul que está junto a la puerta. Lo vi acomodarse y eso me hizo sentir muy enojado. Entonces me acerqué y moví su hombro, tal vez de una forma muy brusca porque abrió los ojos, alterado.

-¿Pasa algo? -Preguntó.

-No puedes dormir ahí, acabo de recordar que derramé una sopa esta mañana y el perro que escondo se orinó también. -Mentí, no iba a permitir que Alex durmiera ahí y no junto a mí, una oportunidad como esta no se repite dos veces, de eso sí estaba seguro.

-No huele a nada.

-Llega por momentos el hedor.

-Está bien. -Se levantó. -Creo que debo irme entonces.

-Puedes dormir conmigo si quieres.

-¿Seguro? -Preguntó curioso. -No me conoces, ¿no te incomodaría?

Negué con la cabeza.

-¿No sería extraño?

-No.

-Bien, como sea.

Cuando Alex cerró los ojos, sonreí al verlo e hice algo que no debí hacer. No sé cuánto tiempo pasó, pero luego, cuando terminé de fantasear mi boda con él, abrí los ojos en un arrebato de locura y en un horrible impulso, lo besé. Solo unas cuántas milésimas de segundo, pero me aterré tanto que pensé en huir, pero él dormía profundamente por el alcohol. No debí hacer eso, no estuvo bien, soy de lo peor. En verdad soy un mequetrefe.

Al despertar el no dijo nada y solo se marchó, pero con los días que pasaron, las cosas sí cambiaron y mucho, para mi favor. Alex y yo nos hicimos amigos, y no solo eso, con el pasar de cada día de ese año y antes de entrar a su escuela, nos hicimos unidos, pero cuando entré, me volví indispensable para él, su amigo más cercano y eso era justo lo que necesitaba, porque así podría empezar mi plan.

Capítulos gratis disponibles en la App >
capítulo anteriorcapítulo siguiente

Capítulos relacionados

Último capítulo