2.

Evitaba a toda costa sonreír porque él podría llegar y notaría mi vergonzoso estado, así como mis acelerados movimientos. Sequé mis manos en mi pantalón de la escuela y acomodé por enésima vez mi cabello. Es que nada me parecía suficiente, ni las tres veces que cepillé mis dientes, ni el baño de una hora que tomé usando todos los productos de mamá y los de mi hermano (el es muy vanidoso y por ende, tiene miles de cosas para el cabello y cuerpo) e incluso, me eché un poco de perfume que solo he usado un par de veces porque sé que es costoso, mi abuela me lo regaló y me advirtió mil veces que sólo lo usara en ocasiones especiales porque le costó “un ojo de la cara” y papá me explicó que esto se refería a que costó muchísimo, entonces solo lo usé dos veces y la tercera fue hoy, porque era un día especial.

Alex pasaría a buscarme.

Ayer en la escuela en el descanso (no me senté con él, me avergoncé y me lo crucé en los baños antes de que acabara el descanso), me dijo que mañana me sentara con él sin falta y que pasaría a recogerme hoy ya que no podía llevarme a la salida ayer porque tenía tutorías, entonces hoy, esperaba tan emocionado que incluso, pensé que si no hubiese nadie cerca, brincaría, pero mis vecinos me mirarían mal y ya me bastó con el día en que recibí sus miradas intimidantes cuando el viejo me gritó en la calle porque rompí uno de sus retrovisores con mi balón de baloncesto. Eso fue adrede, lo hice en represalia porque me arrebató a sin pantalones, pero fingí que fue un accidente.

En fin, inhalé y exhalé fuertemente al ver ese auto acercarse. Mordí mis labios y me subí feliz a este, sin nervios esta vez.

-Perdona tardar un poco, mamá me atrasó regañándome por unas estupideces. -Sonrió, sentí que me derretía al ver esa sonrisa perfecta y su cabellera negra. Alex se ve precioso, maldición, incluso con su sudadera de educación física no podía ocultar su espléndido rostro. Podría mirarlo por horas sin cansarme.

-¿Hiciste algo mal?

-Mmm, fue que cargué a mi hermana y la aventé en su cama, para sacarla de mi habitación. Ella es molesta, me desagrada y solo va a mi habitación a hacerme enojar.

-Te entiendo, Hugo tampoco es que sea mi persona favorita en el mundo.

-Es de suponerse. Abróchate el cinturón. -Lo hice torpemente y Alex aceleró. Me dolía el estómago al tan solo pensar en tener que bajarme y alejarme de él, y peor era porque tenía clases de química y no imprimí la tabla periódica como exigió el profesor ni estudié los elementos. Sería una masacre mental que me pase al frente a señalar los elementos, creo que me daría a la fuga. No quiero entrar a su clase, tal vez entonces me ponga a merodear como hacía en mi anterior escuela. -¿En qué tanto piensas Samuel?

-Pues… tengo clase de química ahora y no quiero entrar.

-¿Por qué? ¿no te gusta?

-No hice la tarea.

-¿Por qué no la hiciste? -Me incendió con la mirada.

-Lo olvidé.

-¡Samuel! ¿quieres perder de nuevo el año? Vas a hacerme molestar de verdad si acá vas a hacer lo mismo de la otra escuela.

-¡No! Yo… la haré la próxima. Perdón. -Bajé la mirada, me sentía mal por haber hecho enojar a Alex.

-Oye, no pongas esa cara. -Puso su mano libre en mi rodilla izquierda, me puse rojo como un tomate y reprimí una sonrisa. -Me hace sentir mal cuando te pones así, niño consentido.

-No soy consentido…

-Sí lo eres. -Sonrió. -Te gusta que te hablen bonito y el más mínimo regaño, te hace sentir triste.

-Vaya que me conoces. -Admití, tenía razón. Detesto ser tan sentimental, pero no lo puedo evitar. -Pero Alex…

-¿Sí?

-No quiero entrar a esa clase, solo hoy, ¿sí?

-¿Y qué insinúas?-Se detuvo en un semáforo y me miró.

-¿Podríamos hoy no asistir a la escuela?

-Mmm, ¿sabías que mi promedio está sobre 4,49?

-Lo sé, sé que eres brillante. No te afectará faltar a una clase, porfi. -Agarré su brazo y lo sacudí varias veces, el me miró divertido.

-Está bien, solo por hoy.

Alex condujo por un rato, unos quince minutos y llegamos a la biblioteca piloto. De inmediato me dirigí a la sección de historietas y agarré un cómic de Marvel. Lo abrí y al ver que me gustaba, caminé hacia la sección de lectura donde Alex estaba sentado. Me hice a su lado y vi que leía una novela de asesinatos sin resolver. Me sentí tan feliz que a pesar de que no hablábamos porque aquí no se podía hacerlo. El me miraba entre veces y sonreía, haciéndome sentir dichoso y afortunado por este momento.

A eso de las 8:30am, Alex se levantó y me hizo señas de que nos fuéramos. Nos subimos en su auto y puse música en la radio de su auto desde el teléfono de Alex. Puse una canción de Iron Maiden que se llama Phantom of the opera y Alex me miró curioso.

-¿Te gusta ese tipo de música?

-Sí. -Admití. -Creí que lo sabías.

-Eres satánico.

-¿Qué?

-Es broma, es que eso dicen de ese tipo de música, pero es mentira. Es genial, un ejemplo: la música de Judas Priest me gusta para tener sexo, me excita más. -Abrí los ojos como platos y exhalé. Maldito seas Alex, si supieras la forma en que me maltrata que digas esas cosas… no puedo visualizarte con nadie más que no sea yo y sé bien que es absurdo, no soy una posibilidad en tu vida.

-Genial.

-¿Te molestaste? -Me miró divertido y rodé los ojos.

-¿Era necesario ese comentario tan desagradable?

-Lo siento, a veces olvido que no eres como el resto de mis amigos. -Lo miré de reojo. -Eres inocente.

-Es una porquería.

-¿A qué te refieres?

-Nada…

Llegamos a un centro comercial del norte y subimos hasta donde están los juegos. No había nadie por ser tan temprano, solo los empleados. Alex se detuvo en frente de mí.

-Samuel.

-¿Sí?

-Ya no estés molesto conmigo… -Hizo pucheros y rodé los ojos. -No me gusta.

-No lo estoy.

-Si lo estás, ¿crees que no te conozco? No me sonríes ahora y frunces el ceño. -Pasó sus dedos por mi frente y quise evitar sonreír, pero fue imposible. El sonrió también.

-Me gustas más así, niñito enojón.

Jugamos toda la mañana. Primero nos subimos a los simuladores de carreras, me gustan muchísimo y quedamos casi a la par, el me ganó solo por una carrera de diferencia. Luego jugamos a encestar, a disparar, nos subimos a los carros chocones y a muchos juegos más.

A eso de las 12pm, bajamos y caminábamos hacia su auto, el parqueadero subterráneo es bastante grande.

-Sabes, nunca me había saltado las clases para hacer algo como esto o bueno… en realidad nunca me las había saltado.- Confesó.

-¿Es broma? Yo lo hago todo el tiempo.

-Lo hacías. -Se detuvo en frente de mí. -Porque estando tú en mi escuela no lo voy a permitir, no quiero que vuelvas a reprobar.

-Está bien. -Me sentí feliz porque el se preocupara tanto por mí, tal vez… reprobar no fue del todo malo, no lo fue porque ahora puedo verte a diario Alex. Eso me da tanta felicidad que no puedo describirla.

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