*ÚRSULA*
Mi prima me ha estado vigilando sin descanso. Sé perfectamente que sigue órdenes de mi padre. No necesita decirlo en voz alta; su presencia constante, sus preguntas disfrazadas de interés, y sus miradas inquisitivas son suficiente prueba de ello. Lo hace porque entiende que no me doblegaré ante sus reglas, ya que sabe que no estoy dispuesta a ser la marioneta que todos esperan que sea.
Pero entre más pasan los días, más me doy cuenta de que mi vida está atrapada en una prisión que mi padre ha construido meticulosamente para mí. Cada salida es supervisada, cada conversación es analizada, cada decisión que intento tomar parece tener consecuencias. No hay escapatoria. Y a medida que esa realidad se vuelve más evidente, el peso en mi pecho se hace insoportable.
—¿Qué deseas hacer ahora? —la voz de Klaus me sacó bruscamente de mis pensamientos.
Lo miré, mi mente aún atrapada en la desesperación de mi propia existencia. —¿Qué? —susurré, la sorpresa temblando en mis palabras. La pre