—Hijo de puta —gritó la chica pegándole una patada en la entrepierna y separándose de él.
La chica salió corriendo, pero la cogí de la cintura sin dejarla salir.
—No somos los malos —gritó Aiello levantándose del suelo.
La chica pelirroja se giró y luego me miró.
—Brisen te espera en casa —dije y a ella se le iluminaron los ojos.
—¿La conoces? —Asentí.
—Tenemos que salir de aquí muy rápido.
Comenzamos a correr fuera de la nave.
—Esto está saliendo muy bien —habló Aiello estando ya lejos de la nave.
—Iros lejos, vigilaré la casa de Brisen —ellos asintieron y echaron a correr.
Brisen.
¿Desde cuando la gente pasa de ser imbécil a muy imbécil? Adze podría aparentar ser la mejor persona del mundo, pero cuando se lo proponía era de lo peor.
Estábamos en mi casa hablando sobre