—No quiero hacerlo, pero tengo que saber si eso que ha dicho Airam es cierto o no.
—Yo te acompaño al pueblo —asentí con una sonrisa.
—Gracias Aiello.
Él negó con una sonrisa. Me extendió la mano y ambos salimos de la habitación.
—Iré al pueblo —miré a Airam.
—Te esperaré aquí, si es que vuelves —sonrió.
Salimos de la casa y comenzamos a caminar hasta llegar al coche de Aiello.
—Es un viaje largo, así que acomódate.
Ambos nos quedamos en silencio. Mi mirada. Estaba enfocada solamente en las calles de Suiza, poco a poco nos íbamos alejando, mis ojos se fueron cerrando hasta quedar completamente sumida en un profundo sueño.
—Brisen —escuché un susurro y sentí como me movían —. Ya hemos llegado —abrí lentamente los o