3 Perseguida

Ambas enfermeras decidieron buscarla. Allegra se vistió con rapidez y en cuanto escuchó las voces de Arianna y Luca salió de su escondite visiblemente alterada.

— ¡Chicos, chicos, debo irme ya!

— Allegra, pero si todavía el médico no te ve, debemos esperar, no tardará.

— No, no me estás escuchando, estoy en las noticias, mejor dicho, estamos en las noticias, los Romano acaban de ofrecer una cuantiosa recompensa por quien les dé información sobre mí, y acabo de escuchar a dos enfermeras decir que me entregaran para cobrar la recompensa.

Las palabras salían de la boca de Allegra como un tropel sin freno, totalmente desbocadas en un río desbordado mientras Arianna intentaba comprender.

— ¿Dónde escuchaste eso?

— Hace unos minutos en el noticiero.

— ¿Qué más dijeron?

Allegra se avergonzó.

— Creen que le fui infiel a Francesco contigo Luca…

— ¡Oh! Entiendo, no te preocupes por eso amiga, sé que no es cierto y eso es suficiente, y los demás pueden creer lo que quieran — Dijo Arianna.

— Sí, lo sé, pero el problema es que lo están involucrando en la horrible acusación que me están levantando… no quiero que tengas problemas Luca…

— No los tendré, no tienen nada contra mí, son solo suposiciones, no durarán cinco minutos con eso en una corte, ahora lo importante es esconderte hasta que las cosas se calmen un poco y podamos averiguar de dónde sale toda esta locura.

— La verdad es que no quisiera perder mi matrimonio, amo a Francesco, no sé si debería entregarme para demostrar mi inocencia…

— ¿Qué? ¿Estás loca amiga? ¡No, de ninguna manera! No te dejaré hacerlo, eso no tiene sentido, nada de lo que te hicieron lo tiene, el médico dijo anoche que te habían apaleado, que los moretones que tienes son de violencia, tomamos fotos y él te hizo algunos estudios, por suerte ya los tengo conmigo, así que contamos con pruebas de todo.

— Creo que estamos perdiendo tiempo — Advirtió Luca — Movámonos ya, antes de que las enfermeras regresen.

Los tres salieron con rapidez de la habitación con rumbo a los elevadores, pero al llegar a la esquina del pasillo vieron a las dos mujeres venir de frente, Allegra se detuvo en seco y Luca la cubrió con su cuerpo, era alto y ancho de espalda así que prácticamente la cubrió mientras se devolvían para tomar el siguiente pasillo.

Siguieron derecho, pero en algún punto, uno de los pacientes la reconoció como la mujer de las fotos del noticiero, a la que buscaba la policía, y pronto hubo un grupo de personas gritando que detuvieran a la mujer que había matado al bebe de su cuñada.

En menos de cinco minutos la vida de Allegra había cambiado por completo. Pasó de ser una víctima a ser una victimaria, de ser una paciente a ser una prófuga perseguida de la justicia, los guardias y la policía cubrieron el hospital de arriba abajo mientras Arianna y Luca hacían lo posible por esconderla.

Se metieron al cuartito de limpieza y esperaron por un rato, un par de policías pasó diciendo que en cuanto la encontraran la llevarían detenida, y que por los cargos de los que se le acusaba seguramente no saldría jamás de la cárcel.

— ¿Y ahora qué hago? — Sollozó en baja voz mientras apoyaba torpemente su pie lastimado en el suelo — Ni siquiera puedo caminar sola, no sé lo que haré, además, ya los he metido a ustedes también en este problema…

— Te sacaremos de aquí — Luca aseguró — te conozco de toda la vida Allegra, eres una de mis mejores amigas y no te dejaré sola, sé que Arianna tampoco lo hará, eres como su hermana, así que ten confianza, algo se me ocurrirá.

Luca tomó una sábana de un motón de ropa de cama y salió en busca de algo para movilizar a Allegra, las chicas se quedaron solas por un rato en el cuartito, cuando él regresó, venía vestido como un cirujano y traía consigo una silla de ruedas, sentó a la rubia y la cubrió con la sábana, de esa manera parecía que estuviera trasportado a cualquier paciente, y así pasaron frente a los dos policías y a las enfermeras sin que los notaran.

El corazón de Allegra corría a mil por hora llena de temor, temblaba como una hoja al pensar que pudieran encerrar a sus amigos acusándolos de ser sus cómplices.

Llegaron hasta abajo, y justo cuando estuvieron a punto de ser vistos por la policía, las puertas de cristal se abrieron y el uniformado solo vio salir a un cirujano con un paciente en silla de ruedas, y a una joven acompañándolos.

La policía los buscó en todas partes, pero no los halló, así que informaron a la familia Romano que la joven había estado internada desde la mañana y que había huido.

— Señor Romano, no podemos asegurarle nada, ustedes deben comprender… — El policía se excusó´.

— ¡No me diga eso! Simplemente, es una excusa, necesito resultados, esa mujer es la culpable de que mi nieto haya muerto, el único retoño de mi hijo fallecido, ¡No puede decirme simplemente que no pueden hacer nada!

Giorgio Romano temblaba de la ira, explicando su verdad de los hechos, la cual no correspondía a la verdad real. Colgó la llamada con la policía y se quedó mirando a Francesco como si él fuera un idiota.

— ¡Esto también es tu culpa por casarte con esa mujer! Sabes que no estuve de acuerdo con esa boda, pero tú, ¡Oh, tú tenías que casarte con ella!

— Papá, no veo como yo…

— ¡Calla! Irás y la encontrará tú mismo si es necesario, ¡Y luego la encerrarás para que pague por el ultraje que ha cometido a nuestra familia!

— Haré lo posible…

— No me sirve que hagas lo posible Francesco, no… ¡Harás hasta lo imposible por encontrarla y llevarla a la justicia! Ella debe pagar… ¡Debe pagar!

— Giorgio, creo que estás dándole más importancia a esto de lo que en realidad la tiene — Fiorella su mujer se atrevió a decir después de reunir fuerzas para hacerlo, le temía a su marido, a lo temperamental e intransigente que podía llegar a ser.

El viejo se giró para atravesarla con la mirada.

— ¿De qué estás hablando mujer? ¿Acaso no te parece suficiente la muerte de tu nieto?

— No hablo de eso, estoy tan dolida por esta tragedia, incluso más que su propia madre, a la solo parece interesarle acusar a Allegra, y ustedes dos, solo han seguido al pie de la letra cada palabra de esa mujer, ¡Ninguno se tomó un minuto para escuchar la otra versión de la historia! — Dijo indignada.

— No te atrevas a decir una palabra más, Fiorella, no sabes de lo que hablas, es mejor que mantengas la boca cerrada si quieres mantener tu lugar en esta familia — La amenazó su esposo.

Francesco no aprobaba la manera en como su padre trataba a su madre, pero en ese momento estaba de acuerdo con el viejo, era mejor que se mantuviera al margen.

— Ya lo sabes Francesco, ¡No quiero un “no” por respuesta!

Francesco salió de inmediato, subió a su coche y lo puso en marcha. Mientras conducía sintió su pecho apretado, como si una fuerza se lo oprimiera. Su padre le había responsabilizado de la desgracia por haberse casado con Allegra, cuando se rebeló contra su padre para poder casarse con ella.

Recordó como casi nadie en la familia la había visto con buenos ojos, era una chica recién graduada de la Licenciatura en Fotografía de la Rome University of Fine Arts, y nadie la tomaba en serio. Solo era una hippie ilustrada, nada más.

La única que la había querido de inmediato había sido su madre, tal vez por su afinidad a las bellas artes como ella, pero Fancesco había ido en contra de su padre porque la belleza de Allegra lo había obnubilado.

Parecía una modelo, de hecho había modelado durante sus primeros años en la universidad, pero luego lo había dejado para dedicarse a su proyecto de la galería de arte.

Francesco también había visto nobleza en ella, sencillez y un interés casi nulo en su dinero, cosa difícil de encontrar, porque siendo el magnate que era, tenía a las mujeres haciendo fila tras él, así que pensó que sería bueno tener a una mujer desinteresada a su lado, por si algo no funcionaba entre ellos, al menos no se aferraría a su fortuna.

Ahora solo estaba lleno de deseos de venganza.

— No puedo creer que pensara tan estúpidamente que ella era la mujer más desinteresada del mundo — Se dijo para sus adentros — ¡Me engañó! Me engañó durante todo este tiempo… ¡Un año! Un año completo creí que era una buena persona, que no le importaba mi dinero y que solo quería una vida sencilla, ¡Qué idiota fui!

Se recriminó, sintiéndose timado en sus sentimientos y sobre su orgullo.

— ¡Me vio la cara de estúpido junto a su noviecito trepador! Pero lo pagarás Allegra, ¡Pagarás todo lo que has hecho!

Mientras Francesco se dirigía hacia la estación de policía, Arianna seguía conduciendo hacia las afueras de la ciudad.

— ¿A dónde vamos? — Preguntó Luca cuando vio que su novia se desviaba del camino y tomaba la vía del bosque.

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