Había amanecido, era otro día y Cristina no tenia ganas de hacer nada, solo desaparecer dentro de un hoyo y ya no salir de allí.
Aventó la almohada más cercana y después escuchó el tono de su celular. Lo buscó en su bolsa y contestó sin ver quien era.
—bueno – dijo en un tono que intento ser neutral.
—¿qué sucedió? – preguntó Dante que enseguida reconoció la voz molesta de Cristina.
—¡Nada! – dijo brusca. ¿tendría que decirle?
—Cristina…—
—Bien, ¿quieres saber? ¡Solo dile a tu estúpido hermano que no me moleste más! —
Cristina colgó el teléfono y Dante supo porque estaba molesta. Maldito D