Llevaba esperando por el media hora o más, todas las luces estaban apagadas y las sábanas le cubrían hasta el cuello y escuchaba cada uno de los pasos que daba Dante hasta que abrió la puerta y ella cerró los ojos. No tardó ni cinco minutos en meterse en la cama y le dio un beso en la frente. Cristina sonrió y se volteo abrazando a su marido.
—¿todo bien? – preguntó sonriendo
—Perfecto – respondió el
—Dante… yo quería decirte…
—¿Qué cariño?
—Yo… — decía insegura – creo que me estoy enamorando de ti,
—Dante recibió las palabras con una sonrisa y abrazo mas fuerte a su pequeña esposa.
—Esta bien, descansa – dijo con una voz suave y