Matthew observó el reloj.
—Ha pasado mucho tiempo —comentó.
Seteve levantó sus ojos de la pantalla de su computador portátil en el cual estaba escribiendo un comunicado y disculpas para el Sindicato con la intención de que su jefe y amigo lo firmara.
— ¿A qué te refieres?
—Naia no ha regresado de la cafetería.
—No lo sé, tal vez Marguerite le esté dando un recorrido por la fábrica.
Matthew levantó el teléfono y marcó a su secretaría. Ella contestó al instante.
— ¿Naia está contigo? —Escuchó su respuesta y la expresión del rostro cambio—. Ya debería estar de vuelta, debiste esperar para regresar con ella, podría perderse.
La mujer al otro lado de la línea intentó explicar su situación y la premura en regresar a su escritorio, pero Matthew no la escuchó, terminó la llamada y se levantó de la silla.
— ¿Qué sucede? —indaga Steve curioso.
—Que la secretaria dejó a Naia sola y tal vez ella se ha extraviado y por eso no regresa.
—Imposible, puede preguntarle a cualquiera como llegar hasta