El rostro de Michael palideció. No fue sorpresa lo que cruzó sus facciones, fue miedo, y apenas logró ocultarlo.
—¿Cómo… cómo te enteraste? —balbuceó, la voz temblorosa—. No quise ocultártelo, pero no sabía cómo decírtelo. Tenía miedo de que me dejaras… otra vez.
—Si tienes un hijo, ¿asumirás la responsabilidad como padre?
El pecho de Sophia se tensó, el peso de sus palabras cayendo sobre ella. Había estado aferrada a la esperanza de que todo fuera un error.
Pero la reacción de Michael destrozó esa esperanza en un instante. La verdad era clara. Michael tenía un hijo. Un hijo fuera del matrimonio.
—¡Sí! ¡Por supuesto que lo haré! —su voz se elevó, cortante y cargada de culpa—. Por eso no puedo seguir mintiéndote.
Sophia tragó con dificultad, la garganta ardiéndole. Antes de pensar, su mano voló hacia la manija de la puerta y la abrió de golpe. Necesitaba aire. Espacio. Cualquier cosa menos esto.
—¡Bien! ¡Eso está bien! —su voz se quebró mientras salía, una mezcla de ira y dolor desgarr