Después de unos minutos de dulces palabras, Bianca observó cómo Elaine caía en un sueño profundo y tranquilo.
Salió de la habitación de puntillas, cerró la puerta sin hacer ruido y caminó hacia la sala de estar.
—Sophia, no lo entiendo —dijo Bianca, con el ceño fruncido—. ¿Por qué Elaine está tan encariñada con Michael? Apenas han pasado tiempo juntos. ¿No te parece… extraño?
Sophia soltó un suspiro cargado de resignación y asintió despacio, cruzándose de brazos como si quisiera protegerse de algo invisible.
—Yo tampoco lo entiendo —admitió en voz baja—. Tal vez lo único que quiere es el cariño de un padre, y ya no importa de quién venga.
Su voz se apagó, mientras una sombra cubría su rostro.
—Pero la verdad es que él ya es padre. Tiene un hijo, tiene sus responsabilidades. Y en lugar de hacerse cargo de eso, anda detrás de mí y de Elaine como un insecto sin rumbo. ¿Qué clase de hombre hace algo así?
Sus ojos se enrojecieron sin que se diera cuenta. Se repetía a sí misma que ya no le