—¿Michael? ¿Qué haces aquí? —preguntó Sophia en un tono cauteloso.
Con la final tan cerca, Sophia apenas tenía tiempo para Elaine. La pequeña solía quejarse de que su madre nunca jugaba con ella.
Había hecho un esfuerzo por llevarla al parque deportivo ese día y, con su mala suerte, se encontró con Michael.
No hacía mucho, había parecido que Michael desaparecería de la vida de Sophia para siempre, haciéndola creer que lo que Dave le había dicho había funcionado.
Pero ahora estaba claro que ni siquiera Dave podía apartarlo.
Michael forzó una sonrisa incómoda. Había ido a ver a Sophia, pero el encuentro no se parecía en nada a lo que había imaginado.
Cuando Sophia se giró con rabia, él se apresuró a acercarse, su voz cargada de urgencia.
—Sophia, no me malinterpretes. Dame un momento para explicarlo. Por favor…
Ella giró sobre sus talones, los ojos ardiendo.
—Michael, ¿puedes dejar de repetir lo mismo cada vez que apareces? Siempre es que necesito escucharte. Bien, hoy tendrás tu oportu