El rostro de Rupert se endureció en cuanto escuchó esos dos nombres. Pero se obligó a mantener la calma mientras miraba a Ashley.
—Ashley, sé por todo lo que tú y Stacey pasaron. He estado esperando a que salieras de prisión.
Extendió los brazos y la abrazó con suavidad. El cuerpo de Ashley tembló mientras él la sostenía.
—No solo esperé a que fueras libre. Esperé para que pudiéramos vengarnos. Los dos. De Dave y Bianca. Ellos son nuestros enemigos.
—¿Qué… qué dijiste? —Ashley lo miró, atónita—. ¿Tú también…?
—¿Crees que no quiero reconocerte como mi hija? —Rupert bajó la voz. Sus ojos estaban cargados de resentimiento. La locura de Stacey había dejado solo su versión de la historia. Y ya no pensaba callarla más.
—Por culpa de Dave y Bianca, no pude verte. Engañaron a Lucas y me encerraron aquí. Fue entonces cuando supe que eras mi hija. Pero ya estabas en prisión.
Todo de pronto cobró sentido para Ashley. La explicación de Rupert encajaba. Pero también la llenaba de rabia.
—Bianc