Finalmente, una expresión de preocupación apareció en el rostro sereno de Skylar. Frunció el ceño.
Ya había pasado un buen rato y el asesino no había enviado ninguna actualización.
¿Había salido algo mal? No… era imposible.
Acabar con Reece no debía tomar tanto tiempo—había pagado una gran suma para asegurarse de ello.
Skylar empezó a pasearse por la habitación, inquieta.
Entonces, su teléfono vibró.
Apareció un mensaje del asesino: “Está hecho. Por favor, envíe el resto del pago.”
Adjunta venía una foto de Reece tendido en un charco de sangre.
Skylar se cubrió los ojos con una mano al ver la imagen, como si le molestara. Pero luego, una sonrisa lenta se dibujó en su rostro, y momentos después, soltó una carcajada.
Nadie descubriría jamás su secreto con Reece.
Todo salía exactamente como ella quería.
Una hora después, el asesino envió otro mensaje. Decía que el cuerpo había sido sellado en un barril de metal y arrojado al mar, tal como ella le había ordenado.
Skylar se sintió satisfec