Los dos hombres seguían firmes como una muralla. De pie frente a la puerta, bloqueaban por completo el paso de Bianca.
Ella dudó por un instante, luego sacó algo de dinero en efectivo y lo ofreció con una sonrisa cordial.
—Por favor, ¿me pueden hacer este favor?
Los hombres miraron el dinero, pero no lo tomaron. Sus rostros adoptaron una expresión fría.
—Señorita Scott, solo estamos cumpliendo con nuestro trabajo. Si la dejamos pasar, estaríamos fallando a nuestras órdenes. Guarde su dinero, no lo necesitamos.
Al ver que no había forma de entrar por la fuerza, Bianca guardó el dinero y buscó otra solución.
Sacó su teléfono y revisó la transmisión en vivo. Los reporteros ya se habían congregado, entrevistando a las personas que provocaban el escándalo.
Uno de ellos preguntó:
—¿Cuál es su relación con Reese? ¿Por qué la están acusando?
La tía de Reese dio un paso al frente, con la cabeza en alto.
—Soy la tía de Reese —declaró—. ¡Es una desagradecida! Sus padres la abandonaron cuando era