A la mañana siguiente, Álvaro llevó a Atike de vueltas al departamento, Julianne estaba preparando el desayuno cuando llegaron.
— Buenos días Julián, que bueno que hoy si estás de mejor ánimos para desayunar, mira te traje unos croissant calientes y chocolate.
— Gracias Atike, adivinaste mi antojo del chocolate. — Julianne se quedó paralizada ante lo que dijo, se olvidó por un momento de Álvaro y está la miró luego a Atike.
— ¿Antojos? ¿Acaso tú?
— Acaso nada Álvaro, ¿acaso no puedes tener ganas de comer un Croissant caliente con chocolate?
— Disculpa, no quise ser indiscreto, pero no te preocupes, no diré nada, total quien se lo pierde es él, por ser un grandísimo imbécil y casarse con el doble de.
— ¡Álvaro! — Atike lo interrumpió y Álvaro quedó de piedra al sentirse idiota por lo dicho.
— Desayunen ustedes, ya se me quitó el apetito.— Julianne miró a Álvaro, dio vueltas y salió de la cocina.
— Julián, perdóname, te juro que no fue mi intensión.
— Tranquilo Álvaro, tiene