A la mañana siguiente, cuando desperté, el ya no se encontraba allí, supuse que se había marchado a casa, y me preocupó bastante lo que había pasado entre los dos de nuevo. No quería volver a caer en sus brazos y era justo lo que había hecho, tirarme de cabeza a ellos, y sabía que el coscorrón estaba cerca. Pues a pesar de habérselo prometido, yo no podía olvidarme de aquella noche como si nada, no después de que hubiese abierto su corazón de esa manera.