CAPÍTULO V

RENAZCAMOS DE LAS CENIZAS

MIRIAM

—No te preocupes por mí—, me dijo con su voz cansina—, tú eres la qué debe perdonarme a mí por dejarte llevar toda esta carga pesada sola, sé que no es fácil llevar mi mal humor, también sé que no es fácil cargar con una lisiada como yo, mucho menos aún es fácil hacerte cargo de un bebé sin estar preparada para a ello—, seguía diciendo con esa voz triste—, pero ¡ya no más!, debemos levantarnos ambas, es hora de ¡demostrar que somos un gran equipo, que siempre lo hemos sido, pero sobre todo debemos estar unidas por Fabriccio que nos necesita!, además qué estando unidas podemos llegar hasta donde queramos, pero sobre todo es que ¡juntas vamos a cobrar venganza del desgraciado que nos desdichó la vida!—, puntualizó firmemente.

De verdad me alegró mucho él escucharla decir eso, eran los ánimos y palabras de aliento que necesitaba escuchar para seguir adelante, para seguir dándole la lucha a esta puerca pero dulce vida.

—¡Pero que hermoso espectáculo me están dando!—, dijo Ángelo con esa voz tan paternal con la que siempre nos ha tratado, aunque es unos pocos años mayor que Henry no lo puedo dejar de ver como el padre que siempre deseé tener, ese padre atento y dispuesto a estar para nosotras cuando así lo necesitemos!—, al fin veo a las valientes chicas de las que tanto me habló Tom, pensé que solo alardeaba de sus encantos, para que lo ayudara a sacarlas con vida de aquel maldito infierno, hasta llegué a pensar que se dejó llevar por su propio mantra, lo que siempre decía que nunca deberíamos hacer—, ahora lo dijo con un deje de diversión en su voz—, ¿cuál es que era ese mantra?—, preguntó mirándonos a ambas.

—“¡No mezclar sentimientos con trabajo!”—, comentamos las dos a la vez muertas de risa después de mirarnos, recordar esas palabras me hicieron reaccionar más, por qué está bien que lo lloremos, que nos duela y que ese dolor no desaparezca nunca, pero también es cierto que lo que ahora importaba era mantener la cabeza fría para poder llevar a cabo lo que Antone deseaba, que era acabar con el viejo Vittolo y su m*****a organización.

—Así es Ángelo, es hora de dejar el dolor a un lado, o quizás de volverlo nuestro mejor aliado—, dijo mi mujer hermosa, levantándose del suelo tomando mi mano y dándome un abrazo a la vez—, es hora de levantarnos de las cenizas para así crear un fuego eterno con ellas, ¡yo estoy lista!—, dijo mirándome directamente a mis ojos dónde me transmitió sus fuerzas a través de ellos—, ¿y tú? estás dispuesta a levantarte conmigo o quieres que te cargue hasta que decidas hacerlo, o quieres que te dé un severo castigo hasta que aprendas, sabes que no tengo problemas con eso—, puntualizó con una voz divertida, ese era nuestro juego de palabras con doble sentido que siempre usábamos, lo que me dio a entender que está vez lo lograríamos, así que le seguí el juego.

—¡Uumm!, todo depende del castigo que quieras darme—, le dije con voz pícara—, ya sabes que yo me dejo hacer de ti todo lo que tú quieras, lo único que me interesa es lo que voy a recibir a cambio—, le dije levantando mis cejas de forma chistosa.

—¡Lo único que te puedo asegurar es que será un gran cofre del tesoro!—, dijo siguiendo nuestro juego hot—, solo tienes que saber abrirlo—, puntualizó repitiendo mis gestos con las cejas.

Lo más divertido era ver la cara que puso Ángelo, al ver nuestras ocurrencias, creo que nunca nos había visto en estás, creo que hasta esta pensando que llevamos una relación más allá de la amistad, era divertido ver su cara de asombro e incredulidad a la vez.

—¡Bueno dejen de hacer sus cochinadas frente a la gente decente!, eso no es propio entre mujeres—, dijo un poco molesto—, y decidan que van hacer de ahora en adelante, por qué quiero ver a esas mujeres de las que tanto me hablaba Tom, y ¡de las que solo he visto breves chispazos!—, ahora su mirada era de un padre preocupado.

—No te preocupes "Papá"—, le dije en tono de broma, su entrecejo fruncido fue más chistoso que su cara de asombro—, ya lloramos lo suficiente, además que ya entendimos que es lo que quería Antone de nosotras—, como me divierte ponerlo entre la espada y la pared—, lo único que esperamos es que tú cumplas con tú palabra—, sentencié.

—Así es Ángelo ahora te toca cumplir a ti—, aseguró Julia—, aún no entiendo bien esta alianza que mi primo hizo contigo, mucho menos hasta donde llega su amistad—, le decía con esa voz segura que siempre le admiré—, lo único de lo que puedo estar segura hasta lograr saber y entender eso, es que si él tuvo la confianza de ponernos en tus manos es por qué esa amistad los unía bastante—, le decía sin dejar de mirarlo a los ojos, lo vi llenarse de orgullo al escucharla hablar—, de mi parte está corresponder del mismo modo en que Antone lo hizo, así que aquí estoy disponible para ponerme en tus manos en lo que sea que mi primo había querido que hicieras con nosotras—, su seguridad al expresarse hacia que la admirar mucho más.

—¡Si así es!, igualmente yo también estoy dispuesta a ponerme en tus manos—, le dije con la misma confianza que me trasmitía la voz de mi mujer hermosa—, estamos disponibles para ti en lo que sea, y si quieres en quitarte la amargura también—, le dije haciendo el mismo gesto con las cejas, él solo me miró entre resignado y divertido.

Bueno no puedo hacer nada al respecto con mi forma de ser, que a veces me lleva hasta lo más bajo, o por el contrario me eleva haciendo que sea una total desmadrosa y bastante divertida, pero sobre todo este divertido lado mío me permite en algunos momentos ocultar mis más tristes pensamientos y sentimientos dónde los oculto tras una máscara de sonrisa.

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