Hoy fue un día normal, nada especial. Solo quería cerrar los ojos y dejar de pensar. Me dolía todo el cuerpo, incluso el corazón. Pase lo que pase, no podía olvidar lo que pasó el otro día.
Esas manos seguían a tientas. No me gustaba nada, pero no podía resistirme. Eran fuertes y posesivas. No tenía más remedio que obedecer, incluso sin órdenes explícitas. Necesitaba pensar en lo que quería y hacerlo antes de que perdiera la paciencia.
Sentía algo duro y frío atacándome desde abajo, y sabía exactamente qué era. En ese momento, todavía me sorprendía tontamente que la erección de un vampiro estuviera fría.
Me muero.