Si el cerebro de Elliot en ese momento era un volcán en erupción, el de Emma era una página en blanco. Había estado a punto de ponerse a gritar por aquella prueba, pero Elliot lo había hecho primero… ¿Por qué estaba gritando? ¿Por qué estaba preguntándole…?
—Entonces ¿por esto volviste? —gruñó él mientras sus ojos se cristalizaban, moviendo con furia frente a su rostro la prueba que tenía en la mano—. ¿Volviste porque estás embarazada, es eso?
Diez semanas… Emma tenía que haberse quedado embarazada justo antes de desaparecer de su vida, la pregunta era: ¿habría vuelto si no lo hubiera descubierto? Por alguna razón Elliot no creía otra cosa.
—¡Te estoy haciendo una maldit@ pregunta Emma! —exclamó él, haciéndola reaccionar, y Emma dio u