Hacer una efigie de tu padre y prenderle fuego. «Tengo planes», respondo simplemente. No tengo absolutamente nada que hacer el próximo viernes por la noche.
—¿Planes? —pregunta, cuestionando mis respuestas vagas.
—Sí, tengo planes. A diferencia de ti, yo sí tengo una vida fuera del trabajo.—
—Lo dudo. Has estado aquí trabajando hasta medianoche casi todas las noches.—
Me burlo de su arrogancia. —Mi mundo no gira a tu alrededor, William—.
Chasquea la lengua y niega con la cabeza. —Te equivocas de cabo a rabo, cariño.—
Le puse los ojos en blanco. «Lo que sea». Me sentí sarcástica. «Nos vemos mañana. Asegúrate de cerrar la puerta con llave. Si es que te cabe la cabeza, porque es enorme». No logré dar ni un paso atrás por el pasillo, porque antes de darme cuenta, me empujaron contra la estantería y William me besó apasionadamente, tomando lo que quería, cualquier cosa que le diera. Los archivos que sostenía cayeron al suelo, esparciendo papeles por todas partes.
Lo abrazo porque he estado