En cuanto entré al gimnasio, se me cayó la botella de agua al suelo. Corrí al armario de la limpieza, y fue entonces cuando un miembro del personal nocturno, que ahora sé que se llama Lincoln, me encontró con un trapeador en la mano.
Supongo que no puedo estar enojada porque pensó que yo era Lucy, la nueva limpiadora. No lo negué.
Luego insinuó que yo era la maldita Reina de Inglaterra.
¿Pintar el césped de verde? Me reí por dentro. No soy tan malo, ¿verdad?
Estúpido rumor.
¿Y por qué es tan guapo?
Sexy, con un acento escocés profundo, músculos y ojos soñadores. Además, tiene un bronceado perfecto. Se nota que ha estado tomando el sol mientras estuvo aquí. Y es deliciosamente moreno. Por todas partes. Ojos, pelo, piel. Es italiano o griego, quizá español. Sea lo que sea, es guapísimo, sin duda, pero demasiado arrogante para mi gusto.
No es mi tipo, y yo no soy para nada su tipo. Apuesto a que las rubias menudas son más lo suyo.
Aunque anoche dijo que estaba guapa. Pero seguro que se l