Acortando la pequeña distancia que nos separa, nos movemos el uno hacia el otro al mismo tiempo, y el aire se carga de anticipación, la chispa de energía entre nosotros es lo suficientemente fuerte como para desencadenar una reacción química; su confesión es tan potente que me dan ganas de arrancarme el vestido aquí mismo, delante de todos, y cabalgarlo como a un semental hasta el amanecer.
En perfecta sincronía, inclinamos la cabeza y nuestros labios se unen al instante. Es un beso suave, pero la forma en que acelera mi corazón y el calor que me recorre por dentro me hace sentir como si me tocara cada fibra de mi ser, alcanzando rincones que desconocía.
Apretándome la mano, pone fin a nuestro beso y luego apoya su frente contra la mía.
—No soy un hombre sentimental, Annerys, pero cuando estoy contigo, me haces sentir algo.— Utiliza las mismas palabras que usó cuando vino a buscarme al archivo.
—Tú también me haces algo.— Espero que estuviera bromeando sobre dejarme en casa más tarde,