Lo vi venir perfectamente desde mi apartamento.
Suavizó su confesión anterior sobre sentar cabeza.
Supongo que ambos estamos lidiando con nuestros sentimientos.
Estamos divididos.
—¿Estás nerviosa? —pregunta Will mientras me aparta un asiento y luego se sienta a mi lado.
—Me presentó como su secretaria —dije, dejando el bolso sobre la mesa—. Me desconcertó un poco que hiciera eso al llegar.
—¿Y?—
—Es que, ya sabes, pensé que me habías dicho que yo era tu cita para esa noche.—
Deja de hablar.
Me clava una mirada seria. —¿Lo hubieras preferido?—, pregunta con seriedad.
—No lo sé —respondo con sinceridad—. Sí. No. Tal vez. Definitivamente sí.
Su voz era baja para que nadie nos oyera, y dijo: «Porque lo haré si quieres, y si te beso otra vez aquí y ahora, todos sabrán que eres más que mi secretaria. ¿Es eso lo que quieres? Porque, sinceramente, ya no me importa lo que piensen los demás, pero sé que tenías dudas y que te ha costado decidirte por nosotros, y lo último que quiero es asustart