LA PARTE DE MI QUE FALTABA

—Creo que sí.—

Sientes que eres la parte de mí que me faltaba. Sus palabras, después de nuestra primera vez, me dan vueltas en la cabeza.

—Bueno. Tengo que irme. —Mira la hora en la pantalla digital de su coche—. O Barry no estará contento. Ya sabes cómo se pone cuando la gente llega tarde. —Pone cara de tontería.

Me río de nuevo. Quiero mucho a mi padre. Siempre está tan ocupado y serio con los negocios, pero siempre me sonríe cuando lo veo.

—¿Tu casa?— Sus labios se curvan en una mueca de Elvis y frunce el ceño.

—No es mi casa, papá, es la tuya—.

—No, nunca. ¿Por qué? ¿Eso fue lo que dijo?

Me tiende la mano para que la tome. —Esa casa es tuya y de Pom-pom hasta el fin de los tiempos. No se la va a dar, cariño. Además, ni de coña que Richard pueda permitírsela—. Se burla. —Esa chica es una soñadora y una oportunista—.

Sabía que mentía. —Siento haber dudado de ti—. Le apreté la mano para tranquilizarlo.

Me guiña un ojo. —Nos vemos luego, ¿vale? Llámame cuando salgas del estudio de arq
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