Dios mío, ella es increíblemente hermosa.
Se cuida, eso seguro. Bronceada, tonificada, abdominales, trasero, cejas, todo.
¿Ah, y mencioné su hermoso trasero?
—Eres muy guapa. ¿Lo sabías? —exclamo sin pensarlo dos veces.
¿Qué carajo estoy diciendo?
Ella se chupa sus labios carnosos y me mira con sus grandes ojos de búho.
Le suelto una disculpa a borbotones. —Joder, perdón por haber dicho eso. Mierda, yo también lo siento por haber dicho palabrotas. Mi boca tiende a decir lo que pienso cuando estoy con mujeres guapas. Mierda, tampoco debería haber dicho eso porque tenemos una cláusula de no relaciones con el personal y acoso sexual en nuestros contratos. Joder. Olvídate de lo que dije. Siento haber dicho palabrotas otra vez. No te estaba coqueteando. Bueno, quizá sí, pero no dije que quería follarte aquí mismo en el banco de pesas ni nada—. Oh, mierda. Levanto ambas manos en señal de alto. —No es que estuviera pensando eso—.
Era.
—Y dije «joder» otra vez. Lo siento. —Agito el cuello de