164. REPARANDO EL PASADO
AMALIA
Es tan hermosa y solo me mira fijamente, siento las lágrimas quemando en las esquinas de mis ojos.
Me juré que sería fuerte para no agobiarla.
— Yo… yo soy…
— Sé quien eres… — su voz casi en un susurro, su mano se aprieta más fuerte sobre mi brazo como con miedo de que me vaya, de que me aparte de su vista.
— Eres mi bebé… eres mi amada hija… lo he escuchado todo Amalia, todo el tiempo los estuve escuchando…
Confiesa y es imposible retener mis sollozos. Me inclino y la abrazo, llorando sobre su pecho.
¿Cuán impotente debió sentirse?, atrapada dentro de su propio cuerpo, viendo como papá se consumía en la mina para mantenerla con vida, el conocer a mi hermano y luego a mí.
Lo ha escuchado todo, las confesiones que hemos hecho ante ella, nuestros miedos y anhelos, nuestros amores y penas, pensando que no nos escuchaba.
Después de unos segundos me hice a un lado para darle acceso a mi hermano que también lloró en su pecho como un niño.
Incluso él tenía más memorias con ella que y