― ¿Estás bien?
―Sólo dame unos minutos―Pude decir ahogadamente.
― ¿Te pegué muy duro?
Pude sentirla agachada a mi lado, pero se me hizo imposible abrir los ojos y quitarle la preocupación.
―Hmm...
Gemí cuando una nueva oleada de dolor en mis bolas se adueñó de mi cuerpo.
Jamás había recibido una patada en los testículos, y ahora los sentía en mi garganta.
―Me dijiste que diera lo mejor de mí―Se defendió molesta―Eso hice.
―Lo que hiciste―Apenas me salió la voz―Fue atacarme a traición.
―Ay, Alex, tampoco te pegué tan fuerte... Voy a buscar una compresa de la nevera.
La escuché salir del gimnasio, por lo que traté de concentrarme en mi respiración y no en el dolor que sentía en mi entrepierna.
Abigail había decidido que necesitaba clases de defensa per