Un año después en algún lugar del Atlántico.
― ¿Tienes los anillos? ―Pregunté a Mark.
―Por enésima vez, si―Respondió este exasperado.
― ¿Por qué tarda tanto? ―Dije caminando ansioso por el altar.
―Amigo, vistes de blanco, ¡Deja de moverte tanto! ―Exclamó mi padrino mirándome molesto.