La velada transcurría con normalidad, Linda y Luisana Castillo salieron al jardín para conversar mejor, se sentaron en una mesa que estaba dispuesta para los invitados.
-Eres hermosa, Linda.
-Muchas gracias- sonrió.
-No es falso lo que dije; mi hijo no para de hablar de ti. Es evidente que siente muchas cosas por ti.
-Soy afortunada Luisana, él es un hombre maravilloso.
-Si lo es, y no solo lo digo porque sea mi hijo. . . Saúl ha sufrido mucho- dijo tomándole ambas manos con cariño.
-Lo sé. . . creo que eso nos une más, sabemos lo duro de la pérdida.
-¿Le amas?
-Si- respondió un poco apenada- le amo, ¿cómo no hacerlo?, ¡es imposible no hacerlo!. . .él es todo lo que cualquier mujer desearía.
-Me da dicha saber que es bien correspondido, tus ojos brillan cuando hablas de mi hijo, después de lo de Amanda, se ha negado a amar a nadie