Ross.
Estoy ansioso, sinceramente, quiero aprovechar que mis hijos están en la escuela para hablar con la madre loba aquí en la casa, en mi oficina, camino de un lado a otro y cuando percibo su olor acercándose, me detengo mirando fijamente a la puerta. La manilla se gira y se abre la puerta dejando ver a la anciana.
—Buen día Ross, ¿Qué es eso tan importante que tienes que decirme? —A veces no le tengo paciencia a su cara de mosca muerta.
Se supone que ella lo sabe todo con antelación y me siento cómo estúpido que me pregunte como si no lo supiera.
—¿Me puedes explicar cómo es que Ryder puede ver a Rocky? —Fui directo al grano, sin saludar.
Ella no parece impresionarse, de hecho, aprieta sus labios con lamentación.
—¿Qué sucede? Porque eso no lo explicaste a mí o a Star.
—Ross, mi fin está llegando, mis visiones ya no son tan acertadas, estoy perdiendo energía, además recuerda que veo varias y yo esperaba que esta no fuera realidad, algo tuvo que haber fallado.
—Pero, ¿qué? —Estoy de