“La vida es sólo una pequeña luz entre dos grandes oscuridades.”
José Narosky
Mi celular suena con la notificación de una llamada entrante, Valentino. Deslizo el dedo para responder.
—Dios! ¿Estás bien? Ya estamos en el auto, vamos por ti.
—¿Qué te pasa? ¿De qué demonios estás hablando?, debes tranquilizarte…
—Te llamamos y no respondías, estábamos al borde de la desesperación.
—No me había percatado de la llamada, llegué muy bien así que no te atrevas a venir ¿entendido?
—¿Segura? —Pregunta mi hermana con tono de preocupación.
—Segura —susurro al darme cuenta del espectáculo que estoy dando con mis gritos—, estoy con la vecina y su familia.
—Cuántas personas están contigo…
—Seis.
—¡Wow! Seis personas, y ¿cuántos son hombres?
—Dos…
—¡Wow! —dicen al unísono—, es algo espectacular y ¿cómo te sientes al respecto?
—No debería ser Ernesto el ¿qué me pregunte eso…?
—Lo siento, pero es que… estoy tan —chilla—, emocionada, feliz, hermanita.
Mi corazón brinca al escucharla tan efusiva, y al con