20.

El beso ha sellado el pacto, no necesitamos decirlo en voz alta porque está implícito en el acto: ninguno dirá nada de lo que está sucediendo en este momento a absolutamente a nadie.

Y sí, eso incluye a Federica.

Desabotono un poco su camisa con dificultad y nos separamos para tomar aire. Su boca ataca mi cuello, lamiendo y besando hasta hacerme delirar. Le saco la camisa y la tiro lejos, acariciando su musculosa piel caliente. Ruedo los ojos cuando su mano viaja hacia mi nuca, tirando con suavidad, pero con precisión mi cabello. Eso solo me despierta aún más el morbo y me genera escalofríos.

Beso sus hombros descubiertos, dándome cuenta de algo que no me había fijado antes: sus tatuajes. Tiene algunos tatuajes en su hombro tonificado, una brújula y otras cosas que no puedo procesar con claridad cuando siento que sus manos se meten bajo mi camisa, acariciando mi cintura. Las empieza a subir y nos alejamos cuando me la quita por encima de la cabeza, acariciando mis brazos.

―Si quieres
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