Narra Jo Ann
Miro a Damon incrédula, mientras él se acerca a la silla de ruedas con la joven.
–Hola Rosario, ¿cómo has estado? –le pregunta Damon poniéndose a su altura pero ella ni siquiera lo mira.
–El suelo es bonito, ¡mira una hormiga! –exclama fascinada por cosas tan sencillas sin siquiera notar nuestra presencia, no mira a nadie a los ojos, parece saber que estamos aquí pero no es de su interés.
–Rosario –la mano de Damon viaja hasta su mentón y de manera firme hace que lo mire, la muchacha lo ve a los ojos y sonríe abiertamente cuando conectan miradas.
–¡Boxeador! –sus temblorosas manos viajan hasta su rostro y suelta una carcajada estruendosa.
–Quiero presentarte a alguien – ella vuelve su mirada al suelo y Damon solo aprieta su mano con cariño, se queda un momento en silencio como si estuviera absorto en sus pensamientos y después se levanta para mirarme.
–No me has traído dulces –recuerda con voz desilusionada como si no hubiera escuchado lo anterior.
–Lo haré para la próxim