Después de recoger las agujas de plata, Estrella se sentó en el sofá para descansar. La señora Pérez se adelantó y preguntó:
—Señorita Galve, ¿ya ha comido?
—Aún no —Estrella negó con la cabeza.
Había venido corriendo después de terminar sus clases temiendo molestar a los demás si llegaba demasiado tarde. Por eso no había tenido tiempo de comer.
Al oír esto, la señora Pérez se reprendió a sí misma por no haberlo considerado antes. Su invitada había venido a la casa para ayudar, pero ella ni siquiera le había brindado una adecuada hospitalidad y en su lugar la había mantenido trabajando durante tanto tiempo.. Sentía vergüenza por su falta de atención.El corazón de la señora Pérez estaba lleno de culpa y su actitud se volvió aún más educada que antes.
—Lo siento señorita. Realmente debe haber sido un gran inconveniente. Puedes quedarte y comer antes de irte —La retuvo cariñosamente.
—No hace falta que se moleste, es mi trabajo. Comeré después.
Estrella hizo un gesto con la mano. Era la