En un abrir y cerrar de ojos, llegó el día en que Estrella se preparaba para estudiar en el extranjero.
Durante este tiempo, Claus, a pesar de lo ocupado que se encontraba, siempre encontraba tiempo para estar con Estrella.
Estrella se dirigía a un lugar tan lejano, y no sabían cuándo podrían volver a encontrarse.
Paula, al enterarse de los planes de Estrella de ir al extranjero, llevó un fabuloso regalo y fue a visitarla.
Estrella y Claus estaban jugando ajedrez, disfrutando tranquilamente de su tiempo juntos.
Paula notó que la cara de Claus siempre mostraba una cálida sonrisa, y una chispa de envidia cruzó por sus bellos ojos.
Aunque Claus siempre había sido amable con ella antes, nunca le había mostrado esta expresión en su presencia.
Paula comentó intencionalmente: —Claus, Estrella, ¿están jugando ajedrez?
Estrella levantó la mirada para observarla detenidamente, luego bajó la cabeza y se concentró en el tablero de ajedrez frente a ella.
Claus saludó a Paula: —Has llegado, siéntate