Miro el reloj de nuevo, marcan las 7 de la mañana. Me pongo de pie y camino hasta la cocina. Gina ha preparado café. Vierto un poco de crema en él y un terrón de azúcar.
—Buenos días Señora.
—Buenos días —contesto con voz muy apagada.
—¿Le gustaría algo especial para desayunar? —niego
—Aún no, saldré a hacer algunas compras —la mujer asiente y continúa en sus ocupaciones. Empino la taza de café por mis labios y lo caliente de la bebida cala mi garganta.
Vuelvo a la habitación y miro a Massimiliano sumido en un sueño profundo. Voy hacia el vestidor, me coloco un par de pantalones deportivos, una blusa fluorescente y mis zapatillas deportivas. Tomo mi bolso y salgo de casa.