La puerta se abre dejando ver a la madre de Massimiliano usando un bonito vestido. Su presencia denota elegancia pura.
—¡Que gusto que han llegado! —besa las mejillas de Massimiliano y luego hace lo mismo conmigo—. Pasen por favor, que gusto tenerte aquí Jenna.
Apenas y puedo decir buenas noches y Massimiliano me conduce por un pasillo largo cubierto por pinturas y diferentes adornos. La luz es tenue y hace ver todo aún más elegante.
Llegamos hasta una sala de estar. El padre de Massimiliano se pone de pie y le abraza.
—Hijo, has llegado tarde, tu madre por poco se volvía loca —dice entre risas y luego se gira a mí—. Jenna, bienvenida, ¿te ofrezco algo de tomar?
—Gracias, estoy bien señor —asiente