Barbra.
En cuanto entramos a la oficina impregnada de ambos perfumes caros que pertenecen a Jon y a Travis. Diviso al señor tomate frente a nosotros sentado sobre su cómodo y elegante sillón del escritorio. Jon no se molestó en entrar, así que simplemente nos encontramos nosotros tres.
Travis con la mandíbula endurecida me observa a mi y a Ricardo.
—¡¿Están locos, ustedes dos?! —refiere en un tono de reclamo—. Barbra, te di la oportunidad de ganarte el puesto que ahora posees y te encuentro... allí —levanta su mano para señalar a Ricardo y lanzarle una mirada de arriba abajo—, con este hombre... —lo interrumpo.
—Se llama Ricardo y no es nadie extraño, es mi mejor y amigo íntimo —aclaro tranquilamente.
—¡Oh, si. Ya veo lo íntimos que son! —suelta con molestia, esta vez con los ojos puestos sobre Ric nuevamente.
—Con su permiso, señor. Mi compañera y yo no estábamos haciendo lo que usted creer.
Travis soltando una risita irritante se recuesta del respaldo del sillón.
—¡Por los ci